004: What I know about Others
"From the beginning, romance has been more of a gamble than a science, a high-stakes version of Pin the Tail on the Donkey. It’s been awkward and complicated, and it’s rarely gone the way I’ve wanted it to go. Chances are, it probably never will. I want love without drama, romance without pain. I want intimacy without vulnerability. I want a guarantee. I want something that doesn’t exist. Maybe we all do. Maybe we’re all chasing unicorns."
-Josh James Riebock, "Heroes and Monsters"
As far as I can remember, and not even getting started with the whole relationships thing, the concept of "others" has always been upsetting. I mean, who are all these "other" people? Why do they have such power over me? Over my feelings, my fears, my wishes and hopes for the future?
We're social animals. That's been clear since day one. We love recognition. We rejoice when someone else acknowledges us. And we can't help it. That's why we get so easily addicted to Facebook likes and Twitter mentions. Someone has reacted to something we said or did! Hooray! Get those fireworks going! We exist!
Since the moment we're born, we need other people. We need our mother's milk and we need our family's verbal stimulation to imitate and we need friends in kindergarden so nobody thinks we're neurologically damaged and then we need best friends to confide our secrets to and eventually we need someone to give our hearts to, and co-workers, and people to go out with, and psychologists and doctors and teachers and employers and landlords. Life seems wired this way. We need the others.
Now then, what about the moment when we don't know exactly what do we need, but we still need someone to come along and deliver this thing to us? Society had us growing up believing that we're supposed to find our other halves. Somewhere out there, there's the promise of "that" person. And when we think we're ready for it, we just can't wait for that person to find us. Not only because we crave the feelings and the love, but also because people will think that there's something wrong with us if nobody is dating us after some time.
Thinking about this, I come to suspect that it has much to do with connection. Connection is everything. Our veins, and neurons, and cells, and everything that makes up our body, is connected. The Industrial Revolution. Wires and plugs and steel and conductors. Friendship and blood ties and promises and memories. We're all connected. Instant Messengers and smart phones, secrets and careful observation. Connection is the essence of Life itself. Socially, biologically, technologically, culturally.
So why do we weep when we feel disconnected? Maybe because deep down we begin to confirm one of humanity's most blunt and scary truths: That we are all, inevitably and utterly, alone. People will help you. They'll be there for you. They'll go out of their ways and show you a kindness that you didn't think was even possible. But at the end of the day, when it really comes down to it... it's a shark fight. Every man for it's own. You have to be able to provide for yourself, because no one will do it for you. Even if they want to. No one can.
Right now, I miss that connection. I miss the late-night hugs and the perfectly timed kiss. I miss the circumstance of Love. And I hold myself to past events and faces, looking for some relief or redemption.
But I think... I guess... I dare to say... that until I learn to not need that Love, not only in theory but in practice as well, I will not deserve it and it will not show itself to me. If I don't learn how to get along on my own, how to stop craving for some faceless, cosmically pre-assigned lover to come by and make everything better, then I'll never find him.
Maybe the real connection, the one that "lifts you up where you belong", can only manifest itself once you don't really need it. Maybe that's the real beauty of it. A couple of years ago, Chris McCandless wrote "HAPPINESS ONLY REAL WHEN SHARED". According to that statement, "happy" must come before "sharing". I must learn to be happy by myself, and only then I can take that happiness and upgrade it by sharing it with someone else. And then it will be real, pure, absolute, infinite. A real connection with another human being.
Yeah, I like how that sounds.
004: What I know about Others
"Desde el comienzo, el romance ha sido más azar que ciencia, una versión de altas apuestas de Ponle la Cola al Burro. Ha sido incómodo y complicado, y rara vez ha ido de la manera que quise. Probablemente, nunca lo hará. Quiero amor sin drama, romance sin dolor. Quiero intimidad sin vulnerabilidad. Quiero una garantía. Quiero algo que no existe. Tal vez todos lo queremos. Tal vez todos estamos persiguiendo unicornios."
-Josh James Riebock, "Heroes and Monsters"
Desde que puedo recordar, y sin siquiera empezar a hablar de las relaciones, el concepto de los "otros" siempre fue inquietante. Quiero decir, quienes son todas estas "otras" personas? Por qué tienen tanto poder sobre mí? Sobre mis emociones, mis miedos, mis deseos y esperanzas para el futuro?
Somos animales sociales. Eso estuvo claro desde el día uno. Amamos que nos reconozcan. Nos regocijamos cuando alguien nos reconoce como uno más. No podemos evitarlo. Es por eso que nos volvemos tan fácilmente adictos a los "Me Gusta" de Facebook y las menciones de Twitter. Alguien reaccionó a algo que dijimos o hicimos! Hurra! Lancen esos fuegos artificales! Existimos!
Desde el momento en que nacemos, necesitamos a los otros. Necesitamos la leche de nuestra madre y necesitamos la estimulación verbal de nuestra familia para imitar y necesitamos amigos en el jardín de infantes para que nadie crea que estamos neurológicamente dañados y después necesitamos mejores amigos para confiarles nuestros secretos y eventualmente necesitamos alguien a quien darle nuestro corazón, y compañeros de trabajo, y personas con las cuales salir, y psicólogos y doctores y profesores y empleadores y propietarios. La vida parece cableada de esta manera. Necesitamos a los otros.
Ahora bien, qué pasa con el momento en que no sabemos exactamente qué necesitamos, pero aún así queremos que alguien venga a entregarnoslo? La sociedad nos crió creyendo que debemoshallar a nuestra otra mitad. En algún lugar allá afuera, está la promesa de "esa" persona. Y cuando creemos que estamos listos, no podemos esperar a que nos encuentre. No solo porque deseamos los sentimientos y el amor, pero también por que la gente va a creer que hay algo mal en nosotros si nadie nos corteja después de cierto tiempo.
Pensando en esto, empiezo a sospechar que tiene mucho que ver con la conexión. La conexión lo es todo. Nuestras venas, neuronas, células y todo lo que conforma nuestro cuerpo, está conectado. La Revolución Industrial. Cables y enchufes y hierro y conductors. Amistad y lazos de sangre y promesas y memorias. Todos estamos conectados. Mensajeros instantáneos y smart phones, secretos y observación cuidadosa. La conexión es la esencia de la Vida. Socialmente, biológicamente, tecnológicamente, culturalmente.
Entonces por qué sufrimos cuando nos sentimos desconectados? Tal vez porque en lo profundo empezamos a confirmar una de las verdades más crudas y aterradoras de la humanidad: Que estamos todos, inevitable e innegablemente, solos. La gente the ayuda. Van a estar ahí para vos. Van a molestarse para ayudarte y mostrarte una amabilidad que ni creías posible. Pero al final del día, en definitiva... es una lucha de tiburones. Que se salve el que pueda. Tenés que ser capaz de proveerte a vos mismo, porque nadie lo va a hacer por vos. Incluso si quieren hacerlo. Nadie puede.
Ahora mismo, extraño esa conexión. Extraño los abrazos a la noche y los besos en el momento justo. Extraño la circunstancia del Amor. Y me aferro a eventos y caras pasadas, buscando un poco de alivio o redención.
Pero creo.. supongo... me animo a decir.. que hasta que no aprenda a no necesitar ese Amor, no solo en teoría sino en práctica también, no voy a merecerlo y no va a mostrarse ante mí. Si no aprendo como andar solo, como dejar de desear que algún amante sin cara y cósmicamente pre-asignado venga y haga que todo esté mejor, nunca lo voy a encontrar.
Tal vez la real conexión, la que te "eleva a donde perteneces", solo puede manifestarse una vez que no la necesitás realmente. Tal vez esa es la verdadera belleza de eso. Hace algunos años, Chris McCandless escribió "LA FELICIDAD SOLO ES REAL CUANDO SE COMPARTE". De acuerdo a ese enunciado, "feliz" debe venir antes de "compartir". Debo aprender a ser feliz por mí mismo, y solo entonces pueda tomar esa felicidad y actualizarla al compartirla con alguien más. Y entonces será real, pura, absoluta, infinita. Una verdadera conexión con otro ser humano.
Sí, me gusta como suena eso.
"Desde el comienzo, el romance ha sido más azar que ciencia, una versión de altas apuestas de Ponle la Cola al Burro. Ha sido incómodo y complicado, y rara vez ha ido de la manera que quise. Probablemente, nunca lo hará. Quiero amor sin drama, romance sin dolor. Quiero intimidad sin vulnerabilidad. Quiero una garantía. Quiero algo que no existe. Tal vez todos lo queremos. Tal vez todos estamos persiguiendo unicornios."
-Josh James Riebock, "Heroes and Monsters"
Desde que puedo recordar, y sin siquiera empezar a hablar de las relaciones, el concepto de los "otros" siempre fue inquietante. Quiero decir, quienes son todas estas "otras" personas? Por qué tienen tanto poder sobre mí? Sobre mis emociones, mis miedos, mis deseos y esperanzas para el futuro?
Somos animales sociales. Eso estuvo claro desde el día uno. Amamos que nos reconozcan. Nos regocijamos cuando alguien nos reconoce como uno más. No podemos evitarlo. Es por eso que nos volvemos tan fácilmente adictos a los "Me Gusta" de Facebook y las menciones de Twitter. Alguien reaccionó a algo que dijimos o hicimos! Hurra! Lancen esos fuegos artificales! Existimos!
Desde el momento en que nacemos, necesitamos a los otros. Necesitamos la leche de nuestra madre y necesitamos la estimulación verbal de nuestra familia para imitar y necesitamos amigos en el jardín de infantes para que nadie crea que estamos neurológicamente dañados y después necesitamos mejores amigos para confiarles nuestros secretos y eventualmente necesitamos alguien a quien darle nuestro corazón, y compañeros de trabajo, y personas con las cuales salir, y psicólogos y doctores y profesores y empleadores y propietarios. La vida parece cableada de esta manera. Necesitamos a los otros.
Ahora bien, qué pasa con el momento en que no sabemos exactamente qué necesitamos, pero aún así queremos que alguien venga a entregarnoslo? La sociedad nos crió creyendo que debemoshallar a nuestra otra mitad. En algún lugar allá afuera, está la promesa de "esa" persona. Y cuando creemos que estamos listos, no podemos esperar a que nos encuentre. No solo porque deseamos los sentimientos y el amor, pero también por que la gente va a creer que hay algo mal en nosotros si nadie nos corteja después de cierto tiempo.
Pensando en esto, empiezo a sospechar que tiene mucho que ver con la conexión. La conexión lo es todo. Nuestras venas, neuronas, células y todo lo que conforma nuestro cuerpo, está conectado. La Revolución Industrial. Cables y enchufes y hierro y conductors. Amistad y lazos de sangre y promesas y memorias. Todos estamos conectados. Mensajeros instantáneos y smart phones, secretos y observación cuidadosa. La conexión es la esencia de la Vida. Socialmente, biológicamente, tecnológicamente, culturalmente.
Entonces por qué sufrimos cuando nos sentimos desconectados? Tal vez porque en lo profundo empezamos a confirmar una de las verdades más crudas y aterradoras de la humanidad: Que estamos todos, inevitable e innegablemente, solos. La gente the ayuda. Van a estar ahí para vos. Van a molestarse para ayudarte y mostrarte una amabilidad que ni creías posible. Pero al final del día, en definitiva... es una lucha de tiburones. Que se salve el que pueda. Tenés que ser capaz de proveerte a vos mismo, porque nadie lo va a hacer por vos. Incluso si quieren hacerlo. Nadie puede.
Ahora mismo, extraño esa conexión. Extraño los abrazos a la noche y los besos en el momento justo. Extraño la circunstancia del Amor. Y me aferro a eventos y caras pasadas, buscando un poco de alivio o redención.
Pero creo.. supongo... me animo a decir.. que hasta que no aprenda a no necesitar ese Amor, no solo en teoría sino en práctica también, no voy a merecerlo y no va a mostrarse ante mí. Si no aprendo como andar solo, como dejar de desear que algún amante sin cara y cósmicamente pre-asignado venga y haga que todo esté mejor, nunca lo voy a encontrar.
Tal vez la real conexión, la que te "eleva a donde perteneces", solo puede manifestarse una vez que no la necesitás realmente. Tal vez esa es la verdadera belleza de eso. Hace algunos años, Chris McCandless escribió "LA FELICIDAD SOLO ES REAL CUANDO SE COMPARTE". De acuerdo a ese enunciado, "feliz" debe venir antes de "compartir". Debo aprender a ser feliz por mí mismo, y solo entonces pueda tomar esa felicidad y actualizarla al compartirla con alguien más. Y entonces será real, pura, absoluta, infinita. Una verdadera conexión con otro ser humano.
Sí, me gusta como suena eso.
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